miércoles, 8 de abril de 2009

Requiem por unos eucaliptos

lavzdigital.es
08.04.2009 - ILDEFONSO CÁCERES

Llevo varios días leyendo la prensa local, página a página, noticia a noticia y renglón a renglón, en la búsqueda de alguna declaración, alguna nota de prensa, un comunicado, una entrevista o una simple reseña informativa que, bajo la firma y rúbrica de cualquiera de los cientos de colectivos ecologistas que a diario protestan por cosas mucho más nimias, informara con relación a los trabajos de talado de varios árboles que, desde hace unos días, efectúan trabajadores municipales en el tramo de la calle Paseo de la Rosaleda, que transcurre desde la calle Córdoba hasta la rotonda bajo el tren. Justo al lado del recinto de la feria, para que todos nos entendamos.
Por darles algunos ejemplos sobre el carácter reivindicativo y protestón de tales colectivos, que en el presente caso echo en falta, los mismos han sido capaces, al llegar las fiestas navideñas, de poner el grito en el cielo por las repercusiones que para eso del calentamiento global ocasiona el que denominan despilfarro de energía provocado por la instalación del alumbrado navideño, sin olvidar las críticas relacionadas con el profundo estrés que la instalación de bombillitas causan a las palmeras de nuestra ciudad. Estos colectivos ecologistas también elevan sus protestas por temas que van desde el PGOU -al que tachan de proponer un modelo de ciudad insostenible-, pasando por la instalación de campos de golf, las reuniones del G-20, los vertidos indiscriminados, el estado del río Guadalete e, incluso, contra la poda que ha sido calificada como salvaje sobre un árbol en La Barca de la Florida. Y, aunque es cierto que puedo estar de acuerdo con la mayoría de tales críticas, también es cierto que en el presente caso les he echado de menos, pues aquí, en nuestra ciudad, están talando una decena de eucaliptos centenarios, de un porte más que considerable, con una altura que sin duda supera los quince metros, y ninguno de los indicados colectivos ha dicho absolutamente nada. Nadie ha puesto el grito en el cielo ante tamaño atentado contra la foresta jerezana, y ningún colectivo ecologista, algunas de cuyas protestas rayan lo absurdo, ha sido capaz de redactar una sola línea en defensa de los indicados árboles. Sé que el eucalipto es de los árboles que mas enemigos posee de cuantos componen nuestra flora, pues muchos son quienes dicen que el eucalipto mata todo lo que existe a su alrededor, saliniza y seca el suelo, levanta aceras y no sé cuantas tropelías más. Sin embargo, conviene no olvidar que el eucalipto es el árbol que asume más CO2 y mayor cantidad de oxígeno aporta a la atmósfera, lo que resulta imprescindible en estos tiempos, así como que es un árbol muy oloroso y con enormes propiedades medicinales. Nadie puede negar el efecto despejante que produce un buen caramelo de eucalipto, y que de sus hojas se extrae un aceite que es un poderoso desinfectante, poseyendo propiedades antivirales y expectorantes. Tampoco debemos olvidar que, cuando en este país ha hecho falta madera de forma urgente, se han plantado eucaliptos a mansalva, debido al rápido crecimiento que este árbol tiene.
Por ello me extraña que ahora, que se talan unos ejemplares que llevan decenas de año oteando el devenir de nuestra ciudad, que llevan cientos de toneladas de beneficioso oxigeno enviado a nuestra atmósfera, nadie ha sido capaz de levantar una sola voz en pos de estos árboles cuyas rodajas de tronco yacen inertes a los lomos de los grandes camiones que están retirándolos. Aún recuerdo cuando de pequeño, los Hermanos del Colegio de San José nos llevaban de excursión al Parque González Hontoria para jugar al fútbol y, entre partido y partido, descansábamos bajo la sombra de cualquiera de estos ejemplares, los mismos que ahora están siendo talados bajo la ignominia más absoluta, suficiente como para justificar que este martes, Santo por más señas, las presentes líneas sean un Réquiem por unos eucaliptos.

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